Una grieta entre Roma y Berlín
10 de julio de 2003El diario británico The Guardian, comenta la decisión de Schröder de cancelar sus vacaciones en Italia. "Las relaciones entre Alemania e Italia, dos actores estelares de la Unión Europea, cayeron al punto más bajo desde la Segunda Guerra Mundial. Las relaciones se encuentran envenenadas a un nivel muy personal. Después de que el canciller alemán Gerhard Schröder cancelara sus vacaciones en Italia, el Primer Ministro, Silvio Berlusconi reaccionó con desdén. Ni lo lamentó ni ha hecho nada por disciplinar al viceministro que llamó a los alemanes arrogantes e hipernacionalistas. Berlusconi dijo simplemente que ‘lo sentía por él’, refiriéndose a Schröder".
"Esto hará hervir de rabia a Schröder. El último conflicto entre dos de los cuatro estados más grandes de Europa es mucho más serio que un simple culebrón. Esta vez Berlusconi tendrá que vérselas con el jefe de gobierno del país más poderoso de la Unión Europea. El éxito de la presidencia semestral italiana de la EU depende en buena medida de la buena voluntad de Alemania. Aquellos votantes alemanes que hayan tomado a título personal los agravios de Roma, verán con buenos ojos la decisión de su canciller", señala el rotativo.
Hielo entre Berlín y Roma
También el matutino italiano Il Messaggero, se ocupa del tema y escribe a sus lectores: "Cuando sientan que sopla un viento frío, no es el aire acondicionado sino que son los aires que provienen de Berlín. El que Schröder prescinda de sus vacaciones en Italia significa que ha vuelto el hielo a las relaciones entre Roma y Berlín. Una grieta se abre en el camino de seis meses que dura nuestra presidencia en la Unión Europea. Con toda seguridad la nueva onda fría entre Roma y Berlín no depara ningún escenario tranquilo", advierte el periódico romano.
Deslices verbales
Por su parte, el diario francés La liberté de L’Est, se pregunta sobre los deslices verbales de miembros del gobierno italiano: "¿Se convertirá la crítica ofensiva en práctica común de la diplomacia? Uno tiene la impresión de que el clan de Berlusconi quiere poner de cabeza la usanza tradicional diplomática que se practicaba hasta ahora. Independientemente de las declaraciones –que son una muestra de un flagrante déficit de madurez política- hay preocupación por el futuro de Europa. Si la intolerancia se convierte en un común denominador en el continente, entonces sin duda Berlusconi es el presidente adecuado para el desgarramiento de Europa.