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SociedadCuba

Un nuevo ‘apagonazo’ se extiende por toda Cuba

11 de septiembre de 2025

En el último año Cuba ha sufrido cinco apagones masivos. Eso, sin contar los cortes diarios de electricidad que afectan a distintas regiones. La crisis tiene efectos emocionales, económicos y sociales.

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Un grupo de personas juega dominó en una mesa instalada en la calle. Está todo oscuro debido a un corte masivo de electricidad.
Un grupo de personas juega dominó en la oscuridad durante el apagón masivo.Imagen: Ramon Espinosa/AP Photo/picture alliance

Cuba se ha vuelto a quedar a oscuras. Este miércoles 10 de septiembre el Sistema Energético Nacional (SEN) colapsó a las 9:14 de la mañana, dejando a todo el país sin electricidad. El apagonazo no ha sorprendido a nadie y, a pesar de las promesas oficiales, la mayoría de los ciudadanos teme que el restablecimiento del servicio pueda prolongarse durante días. Las comunicaciones también se han visto afectadas y la conexión a internet se ha cortado en buena parte de la Isla.

El masivo corte eléctrico no sorprende a nadie. Las señales de que el SEN estaba a punto de desactivarse eran más que evidentes. Durante los meses de julio y agosto el promedio diario sin luz en Cuba fue de casi 16 horas. La cifra solo refleja la media pero, en realidad, en algunas zonas, el tiempo sin electricidad fue significativamente mayor. En los pequeños pueblos y bateyes, las familias han tenido que adaptar su rutina cotidiana a la falta de energía. Los refrigeradores se han convertido en meros armarios que apenas enfrían la comida, los televisores solo son pantallas oscuras y las aspas de los ventiladores se pasan la mayor parte de las jornadas paralizadas.

Si la vida hogareña es afectada con los cortes energéticos, para la economía es una sentencia de muerte. Los comercios privados tratan de mantenerse funcionando con plantas que producen electricidad a partir de combustible, pero el petróleo también es escaso y muy caro si se compra en las redes informales. Aunque los hoteles destinados a turistas tienen sistemas de autoabastecimiento energético, los huéspedes se ven condenados a mantenerse en esa idílica burbuja mientras alrededor se extienden las penumbras y los restaurantes permanecen cerrados.

Una mujer descansa en una silla puesta en la puerta de su casa en La Habana.
Los cubanos han debido acomodar sus actividades diarias a los cortes de electricidad.Imagen: Abbas Al-khashali/DW

En menos de un año, desde octubre de 2024, han tenido lugar cinco apagonazos. Algunos de estos cortes eléctricos nacionales han durado unas horas y otros se han extendido varias jornadas. Las familias han tenido que cocinar a la carrera los alimentos que necesitan refrigeración, las clases se han suspendido en las escuelas y los servicios burocráticos, desde solicitar un nuevo pasaporte a casarse ante un notario, también han sufrido cancelaciones. Ahora que el panorama se repite, el pesimismo está en su punto más alto porque, más allá de que puedan restablecer la electricidad con mayor o menor brevedad, el daño emocional y financiero es irreparable. 

Los viajeros que preparan sus maletas para tomar sol en algún destino de playa leerán los titulares de la caída del SEN en Cuba y comprarán boletos hacia otro lugar. Los empresarios que planeaban extender sus negocios en La Habana o en otra provincia recortarán sus planes, cansados de tanta inestabilidad. Hasta los aliados políticos del régimen, como China, Rusia o Vietnam, concluirán que muchos de los convenios que tienen con la Plaza de la Revolución no podrán concretarse en estas circunstancias energéticas. El joven que hasta ayer decía que no quería emigrar empezará a soñar con una maleta, un avión y una isla a oscuras que se va haciendo más pequeña desde la ventanilla. 

(dzc)