Triste imagen brasileira
3 de julio de 2006
No es el mejor Brasil el que hemos visto en este campeonato. Cierto es que quizás les pudo la arrogancia, como dicen algunos. Tal vez las decisiones del entrenador no fueron las correctas. Puede que sean demasiado estrellas y ganen demasiado dinero. Y seguramente las otras muchas críticas tengan también su razón de ser.
Pero aún así, nada justifica el comportamiento de los hinchas brasileños que acudieron a despedir con insultos, gestos obscenos y malas maneras a sus jugadores.
¿Dónde quedó la simpatía de esos seguidores que con su alegría conquistaron los corazones del mundo? Se esfumó ante las puertas de la concentración carioca. Desde luego, estos hinchas no merecen ser campeones del mundo.
Estatua de Ronaldinho atacada
En la ciudad brasileña de Chapecó, una estatua recordaba los buenos momentos que Ronaldinho, considerado el mejor futbolista del mundo por quienes erigieron el monumento de más de siete metros de altura, había hecho vivir a los brasileños.
La despedida de la selección verde-amarilla del Mundial 2006 parece significar para algunos que esos instantes de felicidad nunca existieron. La imagen en resina y hierro amaneció humeante después de haber sido quemada, convertida en un amasijo de escombros.
Poner en duda la lógica de levantar un monumento un futbolista puede comprenderse. Quemar dicho monumento en acto de bandidaje como señal de protesta por una derrota no tiene sentido y es un símbolo de la misma arrogancia que se la achaca al combinado carioca: no se puede ganar siempre, y cuando se pierde suele ser porque algo se hizo mal. Forma parte del juego, aunque algunos fans brasileiros lo hayan olvidado.