¿Se congelará el río este año?
6 de enero de 2006
Los habitantes del norte de Alemania no son conocidos por su buen humor, pero lo cierto es que allí hay también campo para las curiosidades. En invierno una singular apuesta se cuenta entre los eventos más importantes: la Apuesta de Bremen. Una costumbre local que si no fuera porque ayuda a garantizar la seguridad de la navegación en la tradicional ciudad, nadie entendería por qué hoy se hacen apuestas cuando el resultado es casi siempre el mismo.
A favor de los náufragos
La Apuesta de Bremen se lleva a cabo por 177 años consecutivos. El dinero recolectado va a los fondos de la Sociedad Alemana de Náufragos. Esta organización de socorro vela por la seguridad en la costa del Mar Báltico y el del Norte. La central de Rescate de Naufragios de Bremen también se financia con dichas donaciones.
Los "compañeros" de la apuesta, como se autodenominan los miembros de la reconocida sociedad, celebran el evento con una gran gala. Unos 700 caballeros de smoking y frac entran en la sala a los acordes de la "Marcha de Tannhäuser", de Richard Wagner. Las mujeres no tienen entrada a la celebración de los hombres, ni los hombres a la de las mujeres. Sólo al final se reúnen los dos sexos.
De lo banal a lo humorístico
Entre los invitados se cuentan personajes de la política, la cultura y la sociedad en general. Pero la apuesta tiene lugar, generalmente, días antes de la ceremonia, en el dique de bombeo de la ciudad de Bremen y se sella en torno a una de las cosas más banales: se congelará o no el río que atraviesa Bremen. El Weser, a quien se le han dedicado poesías y cánticos, es pues objeto de la apuesta.
Y, como es de esperarse en los tiempos de la contaminación ambiental, la respuesta a la apuesta es lo más obvio: el Weser no se congelará este año, ni - casi con toda seguridad - tampoco lo hará en los años siguientes.
Una apuesta con resultado (casi) siempre seguro
La solución a la apuesta tiene mucho que ver con el dicho de "ver y sentir para creer". Pero independientemente de si es evidente o no que por el río fluye agua líquida y no está cubierto por una gran capa de hielo, la respuesta sólo la puede dar el encargado oficial: un sastre. Dicho profesional del pedal y el dedal hace la prueba con plancha caliente en mano tratando de cruzar el río a pie. Si llega seco a la otra orilla, el río está congelado, si no, el Weser lleva agua corriente y no está convertido en glaciar. Quien, a pesar del conocido calentamiento global, apueste porque el Weser se congelará, deberá pagar la ceremonia final. Y no son pocos los que juran que este año sí se podía cruzar con medias secas. Lo juran todos los años.
Pero no siempre las cosas fueron tan claras. En siglos pasados, la interrogante era casi existencial para los comerciantes, navegantes y capitanes de Bremen. Si el río se congelaba en enero, el comercio y el transporte se paralizaban. Las pérdidas eran temidas.