La devastadora guerra de Bosnia y Herzegovina terminó hace casi 30 años. No obstante, el resentimiento entre los diferentes grupos étnicos —bosnios, serbios y croatas— sigue siendo profundo. El país está dividido y las atrocidades de la guerra se silencian o se reprimen. Pero hay jóvenes activistas por la paz que intentan cambiar esta situación. Colocan carteles frente a antiguos campos de tortura para dar a conocer estos lugares. Y lo que es casi más importante, invitan a veteranos y prisioneros de todos los antiguos enemigos y visitan estos lugares con ellos. Allí, los antiguos adversarios comparten historias conmovedoras. Así surgen auténticos procesos de reconciliación. También en España se observan los primeros pasos hacia una reconciliación. El país sufrió durante décadas los atentados brutales de la organización terrorista vasca ETA. El Estado a menudo respondió con una violencia despiadada. Ahora que ETA ya no existe, también aquí se están produciendo primeros acercamientos entre víctimas y agresores. A puerta cerrada, se están llevando a cabo los llamados "encuentros restaurativos”. Dos figuras importantes en este proceso: una víctima que sobrevivió al mayor atentado de ETA y la hermana de un presunto simpatizante de ETA, asesinado por la policía secreta española.