¿Quién teme a los Diablos Rojos?
22 de junio de 2002
La euforia colectiva se ha apoderado de cientos de miles de hinchas en Corea del Sur. Los Diablos Rojos han operado el milagro. "Estábamos preparados para hacer frente a terroristas y hooligans, pero no para algo así", admitió un agobiado policía, en Seúl. De seguro tampoco los jugadores lo estaban. Pero este Mundial, lleno de sorpresas, ya los ha coronado como los primeros asiáticos que consiguen llegar tan lejos, dejando atrás a un ramillete de favoritos.
Los anfitriones sudcoreanos han ganado la gloria y el siguiente partido, contra Alemania, no se las podrá arrebatar, pase lo que pase. También los alemanes han superado las expectativas iniciales, pero no consiguen desembarazarse de las críticas por su juego. Y están conscientes de que Corea del Sur no será rival fácil.
Único precedente
Ambos equipos se han enfrentado hasta ahora sólo una vez en un Mundial. En ese partido, jugado en Atlanta, en 1994, la selección de Berti Vogts logró con bastante trabajo una victoria por 3 a 2.
Los autores de los dos goles asiáticos de entones, Myung-Bo Hong y Sun-Hong Hwang, aún forman parte del equipo.
Es más: Myung-Bo Hong, con la banda capitán, fue el autor del penal decisivo contra España. También sigue vigente, y en forma, el arquero Jae-Wonn Lee, quien detuvo un penal hispano. Dos héroes de esta jornada de júbilo para Corea del Sur.
Nada que perder
"Apenas puedo describir lo que siento. Estoy simplemente orgulloso de mis muchachos. Nuevamente cumplimos un sueño", afirmó el dichoso entrenador de la selección sudcoreana, Guus Hiddink, adelantando que "jugaremos contra Alemania como una jauría briosa".
El entrenador, de origen holandés, confía en su equipo pero se mantiene en guardia, ante el desafío de enfrentar a un tri-campeón mundial: "Los alemanes se han superado, como siempre lo hacen en un torneo. Tienen un equipo inteligente, que aprovecha sus pocas oportunidades y marca goles. Tenemos que estar muy alertas. Pero ya hemos llegado tan lejos, que podemos jugar sin sentirnos presionados. No tenemos nada que perder".