Playas a lo Ibiza en plena Alemania
2 de agosto de 2010“Con el Sun Down Beach Club teníamos la idea de crear un lugar aquí, en Colonia, que transmitiera la ilusión de una experiencia vacacional”, dice el gerente Martin Herbrandt. El concepto se lo trajo de Ibiza. Herbrandt y sus socios transformaron un lago dragado en un “club de playa”, con todo lo que corresponde.
La hierba fue cubierta con 2.000 metros cúbicos de la más fina arena de cuarzo. En vez del usual carrito repleto de Cola a temperatura ambiente, blancas cabañas de madera invitan a tomar frescos cócteles de frutas. Cuerpos dorados tendidos sobre muebles de “lounge” a la sombra de palmeras y DJs que mezclan en vivo sirven para completar la ilusión.
El Mediterráneo en la puerta
Este oasis se erige entre la autopista y la zona industrial colonesa y recibió en julio pasado, con el favor del estado del tiempo, cientos de visitantes diarios. Los niños pequeños juegan en la arena a los ojos de sus madres, o chapotean en el agua bajo la mirada del salvavidas. Los adolescentes absorben bebidas refrescantes y disfrutan del sol. Al anochecer, el sol se oculta rojizo, casi como en el legendario Café del Mar de Ibiza.
“No creo que haya gran diferencia”, sueña Gero. “Nunca estuve en el Café del Mar pero no puedo imaginarme que sea más bonito allí que aquí”. Para Gero, el “beachclub” cerca de su casa es el mejor lugar de la ciudad y una alternativa al viaje de vaciones que no pudo hacer este año tras el nacimiento de su pequeña hija.
Ideal para la familia
El verano ha sido caliente y el “beachclub” provee la sensación de estar bien lejos, de vaciones. Para muchos visitantes que este año estuvieron cortos en sus finanzas, ésta es una alternativa inmejorable. “Este año no me voy de vacaciones porque he tenido algunas dificultades financieras con los estudios”, cuenta Julia. Ahora al menos tiene la oportunidad de estar a menudo “en la playa”.
Quedarse en casa ahorra los costos del desplazamiento y el alojamiento. Y si bien la mayoría de los clubes de playa cobran por la entrada y los precios de las consumiciones no se diferencian mucho de los de los verdaderos bares de playa, la gerencia del Sun Down Beach Club ha pensado también en opciones flexibles para algunos de sus clientes.
“Somos una empresa gastronómica y le pedimos a nuestros visitantes abstraerse de traer sus propios alimentos y bebidas. Pero tenemos una excepción para familias con niños, pues nadie quiere darle salchicha y papas fritas a su hijo de dos años”, explica Herbrandt. Ser una opción atractiva para las familias es importante en su concepto de negocio, así que en el club se permite que los padres traigan su propia agua y frutas para los pequeños.
“Playas” de agua potable
La Playa de Cologne está en el centro de la zona verde de Colonia y no tiene ni lago ni piscina. Para refrescarse ofrece la opción de una ducha fría y para variar una amplia oferta deportiva para adultos y niños. Quien quiera una zambullida a toda costa tiene que irse a un “beachclub” con lago.
Antes, la calidad del agua de estos lagos naturales y fosos dragados no tenía muy buena reputación, pero las inversiones y el establecimiento de medidas ambientales han cambiado el panorama. La mayoría de los nuevos clubs se precian de disponer de agua potable en sus “lagos-playas”: “Un laboratorio certificado toma pruebas del agua cada mes y las envía al Ministerio de Salud”, dice Herbrandt orgulloso. Uno podría tomarse de paso un vaso de agua de su lago colonés sin ningún temor, asegura.
Apuesta meteorológica
Estos clubes de playa son un fenómeno relativamente nuevo en Alemania. Los primeros surgieron a inicios del milenio en Colonia, Hamburgo y Berlín. Y aunque están repletos en los meses de verano, su propio concepto los convierte en un negocio riesgoso.
La arena, las palmeras, la oferta deportiva, el alquiler del terreno por un año, todo cuesta. Quien apuesta por un “beachclub” lo mismo sufre largos períodos de emergencia financiera, que celebra su buena suerte por un buen tiempo veraniego como el de este año. Tras tres malas temporadas, “ésta es la primera buena y nos alegramos de tener tantos visitantes”, respira aliviado Herbrandt. “Creo que la razón principal por la que muchos se aguantan de abrir un club de playa es que se trata, al final, de una apuesta por el buen tiempo”. Y eso en Alemania.
Autor: Volzana Anders / Rosa Muñoz Lima
Editor: Luna Bolívar Manaut