Expropiación de ex Colonia Dignidad: los diálogos pendientes
5 de septiembre de 2025La politóloga Elke Gryglewski, directora de la Fundación de Memoriales de Baja Sajonia y del Memorial excampo de concentración de Bergen-Belsen, ha acompañado desde 2014 un proceso de diálogo en Chile y en Alemania entre los distintos grupos de víctimas afectadas por Colonia Dignidad, que incluye excolonos, residentes, campesinos desplazados de la zona, chilenos que fueron abusados en su infancia, exprisioneros políticos y familiares de detenidos desaparecidos. Como parte de un equipo interdisciplinario de expertos de ambos países, en 2021 presentó un concepto de sitio de memoria y centro de documentación.
Este desarrollo está plasmado en el libro Colonia Dignidad. Auseinandersetzungen um eine Gedenkstätte, (Colonia Dignidad. Disputas en torno a un memorial), que recoge el proceso de diálogos, controversias, conflictos y participación para revisar este doloroso pasado, rescatar las memorias y plantear un espacio que se haga cargo y honre a las víctimas. Además, incorpora las voces y perspectivas de numerosos participantes.
"Es un proceso muy valioso. Lo esencial es que las personas llegaron a comunicarse y que siguen en contacto unos con otros. El primer año no hablaban, era puro prejuicio. Por eso es muy especial que dialoguen, a pesar de que en ciertas situaciones no tengan la misma opinión”, dice Gryglewski a DW, en la presentación del libro realizada ayer en el Centro Regional de Formación Política de Bremen.
En la presentación también participó Anna Schnellenkamp, actual residente de Villa Baviera y encargada del área de turismo, quien nació y creció en el régimen sectario de la antigua Colonia Dignidad. "Estamos de acuerdo en que se haga un sitio de memoria, que cada grupo de víctimas tenga también su lugar para conmemorar, y que la historia sea representada dignamente. Que se hagan diferentes espacios para los diferentes grupos de víctimas, y que ciertas casas, edificios y construcciones se usen para este fin”, señala a DW.
Diferentes posturas ante la expropiación
Si bien todos apoyan la creación de un sitio de memoria y un centro de documentación, la expropiación de las 117 hectáreas donde se encuentran casas, edificios y otros sitios históricos, además del centro turístico, hotel y restaurant, es resistida por un grupo de residentes, que reclama no ser escuchado. "No solamente se perderán viviendas, también lugares de trabajo y tampoco está planificado un nuevo hogar para los ancianos”, explica Schnellenkamp.
Sin embargo, reconoce que no se trata de lugares dignos para vivir: "Es horrible que todavía vivan personas en el mismo edificio de la bodega de papas. En la parte inferior fue torturada gente por la DINA (policía secreta de la dictadura) y arriba viven familias, incluso con niños, y no tienen fondos para financiar una nueva casa”.
En cuanto a las diferentes posiciones, Gryglewski plantea que el diálogo es el camino para avanzar: "Es importante estar en contacto y hablar con la gente sobre cuáles pueden ser alternativas para crear una vida nueva fuera de los edificios históricos. Las personas ancianas tienen miedo, creen no tener perspectiva. Y, entretanto, hay muchos que dicen que se han dado cuenta y están de acuerdo, por ejemplo, en que el restaurant, donde han sufrido tanto, no puede seguir funcionando como lo hace ahora”.
¿Quién debe financiar las nuevas viviendas?
A través de la Agrupación Voces de Mujeres Unidas, recientemente formada, Schnellenkamp busca que los residentes de Villa Baviera sean incluidos en la planificación de la expropiación y se les dé una alternativa de vivienda. Su objetivo es hacer una parcelación en un terreno cercano, de propiedad de las empresas de Villa Baviera, fuera de la zona que es monumento histórico, y construir 60 casas para que las familias se muden allí o arrienden a otras personas, si quieren vivir en otro lugar. Para esto, "la agrupación busca donaciones a favor de todos los sobrevivientes de la colonia, alemanes o ex habitantes”, apunta.
Si bien la vía de financiamiento de nuevas viviendas debería ser el dinero recibido por la expropiación, Schnellenkamp explica que el monto llegará a la empresa inmobiliaria de Villa Baviera, dueña de los terrenos, y no tiene seguridad de que se pueda traspasar a los accionistas.
Por su parte, exresidentes temen que esta compensación beneficie solamente a los administradores de las empresas de Villa Baviera. Reclaman que los actuales habitantes de este lugar son una minoría, en comparación con la mayor parte que salió para vivir en otros lugares de Chile y también en Alemania, y que el beneficio económico por un patrimonio construido por toda la comunidad no debería beneficiar solo a unos pocos.
Diálogo para facilitar el proceso
El conglomerado de empresas de Villa Baviera cuenta con unas cuatro mil hectáreas de terreno, que podrían servir para financiar un nuevo comienzo. Sin embargo, la directora de la agrupación cree que este patrimonio no puede venderse y repartirse, pues hay vinculados créditos bancarios. En lo inmediato, agrega, "hay mucha preocupación, angustia y necesidades y no se han dado alternativas. Hay personas que, a pesar de que no están en buen estado de salud, deben seguir trabajando porque no tienen jubilación. Se necesitan propuestas de reubicación y un fondo para nuevas viviendas”.
"Si llegamos a un acuerdo y hay apoyo financiero, estamos completamente de acuerdo en construir afuera”, afirma la representante de la agrupación de mujeres. Asimismo, plantea que los residentes puedan participar en el sitio de memoria en labores como jardinería o guías.
La disputa por la expropiación, el traslado de los habitantes y eventuales acciones legales podrían entorpecer y alargar aún más un proyecto que se prolonga por varios años, al tiempo que las edificaciones se exponen a un creciente deterioro. Las víctimas y sus familiares, dentro y fuera de la excolonia, envejecen sin tener un espacio conmemorativo y donde se revise este oscuro período de la historia chileno-alemana.
Para Gryglewski, "lo esencial es entrar en diálogo, especialmente con quienes viven en los edificios históricos, que creen que van a quedar en la calle. Esa no es la intención del Gobierno, pero ni el Gobierno chileno ni el alemán están en contacto con las personas, hablando con ellas, a dónde pueden ir para dejar los edificios y que estos se conviertan en un sitio de memoria. Hay muchas preguntas que habría que dialogar. Eso es lo esencial, hay que estar en contacto”.
(ms)