Los desafíos diplomáticos de Berlín
26 de septiembre de 2002La meta del gobierno germano es desarrollar una política exterior y de seguridad soberana, pero enmarcada en la cooperación internacional. Así lo indicó el canciller Gerhard Schröder, el día después de las elecciones. Sin embargo, la política exterior alemana está de momento a la defensiva. El ministro de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, viajará próximamente a Washington, para intentar superar los disgustos que provocó allí el rechazo germano a los planes de intervenir militarmente en Irak.
No obstante, la posición alemana no variará en lo tocante al fondo del asunto. Así lo aseguró el portavoz gubernamental Uwe-Karsten Heye, quien volvió a manifestar que Alemania "no tomará parte" en una guerra contra Irak. En consecuencia, la discrepancia con Washington se mantiene.
El eje franco-germano
El deterioro de los vínculos con Estados Unidos no es, sin embargo, el único tema de la agenda. Tampoco los lazos con Francia se encuentran en su mejor momento, dado que aún no se ha logrado un acuerdo con París en torno a las reformas que deberán efectuarse en la Unión Europea, necesarias para su ampliación hacia el Este.
Fischer se muestra confiado en que se consiga un consenso en lo tocante a los principales aspectos de la política europea. "Tenemos que llegar a un acuerdo en el capítulo de la política agraria, para que durante la presidencia danesa de la UE podamos dar el primer paso en el proceso de incorporación", indicó el jefe de la diplomacia germana, refiriéndose al establecimiento de un calendario para las negociaciones con los aspirantes a ingresar en la Unión Europea.
¿Ministerio de Asuntos Europeos?
Según el ministro ya se han sostenido intensas conversaciones al respecto entre las autoridades de Berlín y París, de manera que todo está preparado para poner manos a la obra. Sin embargo, no está claro quién ha de ponerse en acción, porque durante la campaña electoral, el canciller Schröder manifestó su intención de dejar la política europea en manos de una instancia ajena al Ministerio de Relaciones Exteriores. Ésta podría ser la propia Cancillería o un Ministerio de Asuntos Europeos que habría que crear para ese propósito.
De seguro, será un aspecto a tratar durante las negociaciones para reeditar la coalición de socialdemócratas y verdes. Para Fischer -un apasionado europeísta- ciertamente sería una gran pérdida tener que ceder los asuntos de la UE. Pero hay una serie de tareas que acapararán de seguro su atención, como la crisis del Medio Oriente y la prosecución de la lucha contra el terrorismo.
Mayor influencia
También la participación en las misiones de paz en los Balcanes y en Afganistán pone a prueba la política exterior y de defensa alemanas. Presionado por el disgusto estadounidense, Berlín ya se ha declarado dispuesto a incrementar su aporte, asumiendo junto a Holanda el comando de las tropas internacionales que resguardan la seguridad en territorio afgano.
El gobierno alemán no sólo desea asumir un papel destacado en la OTAN, sino también adquirir mayor peso en las Naciones Unidas. A partir del año entrante, Alemania se dispone a ocupar uno de los puestos rotativos en el Consejo de Seguridad de la ONU. La discusión de antaño sobre una posible ampliación del gremio de los miembros permanentes, para dar eventual acogida a Berlín y Tokio, se ha acallado en cambio por completo. Y probablemente nadie vuelva a mencionar el asunto, al menos en tanto no se produzca la plena reconciliación entre Schröder y la Casa Blanca.