Esta flor que fue importada a México en el siglo XIX por su belleza, hoy ya ha invadido 300 lagos y la-gunas del país. Su veloz reproducción y agresividad arrasa con la fauna y la flora de la región.
En la Laguna de Tecocomulco, en el centro del país, los ribereños realizan limpiezas diarias para recuperar la pesca tradicional, la nidificación de aves y el turismo, principal sustento de la comunidad.