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Los letones temen que al adoptar el euro aumenten los precios, como ya sucedió antes en Estonia. En Karosta, una antigua base de la flota soviética del mar Báltico, la mayoría de los habitantes de habla rusa ven con ojos críticos que se estreche aún más el vínculo con Occidente. En cambio, los que tienen negocios con la UE esperan ansiosos la reforma monetaria.