La economía francesa juega con fuego y empieza a quemarse
8 de septiembre de 2025Tras la destitución del primer ministro François Bayrou, el rumbo político de Francia sigue siendo incierto. La ultraderecha de Reagrupamiento Nacional insiste en elecciones anticipadas, mientras que el presidente Emmanuel Macron evalúa la posibilidad de instalar un nuevo gobierno en minoría. Esa es hoy la dimensión política de una crisis que combina parálisis institucional con un fuerte trasfondo económico.
La dimensión económica es aún más cruda: se trata de dinero y del gigantesco endeudamiento del país. Ningún Estado de la Unión Europea debe tanto en términos absolutos como Francia. La deuda pública ya supera los 3,35 billones de euros, lo que equivale a alrededor del 114 por ciento del PIB. Y la tendencia es ascendente: cálculos de expertos proyectan que hacia 2030 podría trepar hasta el 125 por ciento.
Deuda récord
Francia solo es superada en nivel de endeudamiento por Grecia e Italia. Con un déficit presupuestario de entre 5,4 por ciento y el 5,8 por ciento del PIB, París lidera además ese ranking entre los países de la UE.
Para ajustarse al límite europeo del 3 por ciento harían falta recortes drásticos que resultan políticamente imposibles. Los mercados ya castigan: la brecha entre los bonos franceses y los alemanes, considerados los más seguros, alcanzó niveles no vistos en 16 años. Mientras Alemania paga 2,7 por ciento de interés por su deuda a diez años, Francia debe ofrecer alrededor de 3,5 por ciento.
¿Debemos preocuparnos por el euro si las finanzas de la segunda economía de la UE se descontrolan? "Sí, hay que preocuparse. La eurozona no es estable en este punto", advierte a DW el economista Friedrich Heinemann, del centro ZEW de Mannheim. Aunque descarta una crisis de deuda inmediata, alerta que un país del tamaño de Francia, con años de endeudamiento creciente y ahora un escenario de inestabilidad política, podría arrastrar serias consecuencias.
Tensiones en los mercados y en las calles
El problema no es solo francés: Alemania, Japón y Estados Unidos también emitirán miles de millones en deuda este otoño, lo que presiona aún más a los mercados. Según Heinemann, la calma relativa se debe a la expectativa de que el Banco Central Europeo intervenga comprando bonos franceses. "Pero esa esperanza puede ser engañosa. El BCE corre el riesgo de perder credibilidad", advierte.
En paralelo, la calle se prepara para otro capítulo de protesta social. Los sindicatos ya convocaron a una huelga general el 10 de septiembre, dos días después de la votación parlamentaria. El recuerdo de los "chalecos amarillos" que paralizaron al país en 2018 vuelve a la memoria.
"La Comisión Europea contribuyó al problema: miró para otro lado una y otra vez con Francia. Era un cálculo político para no dar alas a los populistas", resume Heinemann.
El peso de la deuda ya es asfixiante: el país galo gasta 67 000 millones de euros anuales solo en intereses. "Francia ya agotó gran parte de su margen fiscal. Alemania, en cambio, aún tiene espacio. Francia no", sostiene Heinemann.
Reformas pendientes y poco consenso
El país necesita reformas profundas del Estado de bienestar y reducir el gasto público, asegura el experto. La alternativa serían subidas de impuestos, pero Francia ya figura entre los países con mayor presión fiscal.
Heinemann se muestra escéptico sobre la posibilidad de un consenso político: "Los populistas de izquierda y derecha crecen, el centro se desvanece. No hay aprendizaje político. Soy pesimista, no veo solución para Francia".
Andrew Kenningham, economista jefe para Europa en Capital Economics, es menos alarmista. A su juicio, los riesgos para los mercados financieros son por ahora "limitados" y se concentran en Francia, siempre que la crisis no escale. Pero advierte: "Francia es la segunda economía de la eurozona, con fuertes lazos comerciales y financieros con sus vecinos y un papel político clave en la UE. Una crisis allí podría cuestionar la viabilidad del proyecto europeo".
Kenningham no espera un escenario de contagio en el corto plazo, pero sí alerta: "Si la crisis se agrava, el riesgo crecería y sería el BCE quien tendría que actuar".
Mal momento frente a Estados Unidos
La tormenta llega además en mal momento. Bruselas sigue negociando con Washington sobre el comercio y la fiscalidad de las grandes tecnológicas. Y justo ahora la segunda economía de la UE se muestra debilitada y difícil de gobernar.
"Francia siempre tuvo tendencias proteccionistas, tanto a la derecha como a la izquierda. En política comercial muchos piensan como Trump: más proteccionismo, más aranceles, más cierre del mercado europeo, y sobre todo, del francés", señala Heinemann.
El economista advierte que esas posturas podrían presionar a Bruselas a responder a los aranceles de Trump con medidas similares. "Eso sí sería el caldo de cultivo para una auténtica guerra comercial", señala.
(md/dzc)