La burbuja del leasing transnacional
21 de noviembre de 2008Años atrás, parecía la panacea: el instrumento del “cross border leasing” (leasing transnacional) prometía dinero fácil, sin grandes esfuerzos. Diversas ciudades alemanas cayeron en la tentación de utilizar este recurso para mejorar el estado de sus arcas municipales o traspasar las ventajas financieras a sus habitantes, rebajando por ejemplo el precio de determinados servicios. Werner Rügemer, autor de varios libros sobre temas de corrupción en la economía mundial y experto en el complejo tema del cross border leasing, señala a DW-WORLD que se trata de un fenómeno que se presenta sobre todo en el mundo anglosajón. Por ejemplo, el modelo también se ha aplicado en países como Suecia y Gran Bretaña, con consorcios estadounidenses como contraparte. Y en Alemania comienzan a verse ahora las consecuencias.
Negocio de papel
El asunto es complejo pero, expuesto en términos simples, se trata de aprovechar las ventajas tributarias derivadas de las diferentes legislaciones existentes en la materia en distintos países. La operación, en el caso de los municipios germanos, consistió en “vender” virtualmente bienes de infraestructura a “inversionistas” estadounidenses, y tomarlos simultáneamente en arriendo con un sistema de leasing. El negocio consiste en que el “inversionista” –por lo general bancos u otras entidades estadounidenses- podía deducir ciertos items de sus impuestos. Y este “ahorro tributario” se traduce en dinero contante y sonante. Un porcentaje de esa suma (entre el 4 y el 5%) era la “ganancia” del vendedor, en este caso los mencionados municipios.
La lista de transacciones de este tipo realizadas en Alemania es bastante larga. Por citar sólo un par de ejemplos, en Dresde se vendieron vagones de tranvía y plantas depuradoras de agua, en Düsseldorf, el sistema de alcantarillado. Dortmund, por su parte, “vendió” virtualmente el famoso estadio cerrado Westfallenhalle, y Bonn sus tranvías. Y suma y sigue.
¿Dónde está el problema?
Lo que parecía la gallina de los huevos de oro, amenaza sin embargo con convertirse ahora en pesadilla. Diversos factores han provocado el ingrato despertar de este sueño del dinero fácil. Entre ellos, desde luego, el estallido de la crisis financiera en Estados Unidos. Según indica Rügemer, el monto del precio de compra que pagó el inversionista es depositado por el municipio en cuestión en un banco. Con ese dinero, el banco paga al inversionista norteamericano las cuotas de leasing. En general se trata de bancos europeos, como el suizo UBS. Si bien no están contra las cuerdas en la misma medida que algunos de sus pares en Estados Unidos, “basta con que una agencia de rating les rebaje el puntaje, para que la parte alemana tenga que cambiar de banco”, de modo de que las garantías no se vean afectadas, explica el especialista. Y hace notar que esto “no es gratis, sino que cuesta millones”, sobre todo por concepto de “asesoramiento”.