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Irak: en busca de una Constitución

Emilia Rojas Sasse23 de agosto de 2005

Mientras los chiítas iraquíes se resisten a introducir modificaciones medulares al proyecto constitucional, los sunitas amenazan con echar por tierra la Carta Fundamental, que deberá ser sometida a referéndum.

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La Constitución provisional iraquí, suscrita el 8 de marzo de 2004.Imagen: dpa

Demasiadas son ya las malas noticias permanentes en el frente de la seguridad iraquí. Demasiadas como para poder aceptar otra, en el frente político. En consecuencia, se hace el consabido ejercicio de optimismo ante el borrador constitucional que se entregó a último minuto, pese a que quedan puntos por aclarar y, sobre todo, a que no es fruto de un consenso nacional.

Los bemoles de un estado federal

La Unión Europea exhortó a los diversos grupos étnicos y religiosos de Irak a llegar a un acuerdo en torno a una Constitución que resulte aceptable para todos los habitantes del país. Pero eso es, justamente, lo que hasta ahora no se ha conseguido y difícilmente se logre en el plazo de gracia que se otorgó hasta el próximo jueves. Los sunitas, que durante el régimen de Saddam Hussein detentaron el poder, se ven enfrentados ahora a su realidad de grupo minoritario y ya han anunciado resistencia a la futura Carta Fundamental, de ser aprobada tal cual fue presentada por el parlamento. Su amenaza podría traducirse en hechos cuando la Constitución sea sometida a referéndum, dado que bastaría un rechazo de dos tercios en tres regiones del país para que no pudiera ser aprobada.

La resistencia sunita apunta en lo sustancial contra la estructura federativa que tanto chiítas como kurdos quieren dar a Irak. En primer lugar, porque dicho modelo supone que los gobiernos regionales controlarán en buena medida los recursos de sus respectivos territorios. Y el área de mayoría sunita no dispone de petróleo como el norte kurdo o el sur chiíta. Ciertamente, la repartición de riquezas es un punto clave en el proyecto pero hay, de seguro, fórmulas para garantizar un reparto más o menos ecuánime, por ejemplo, ateniéndose a la cantidad de población de cada región.

Modelo social

Más complicada es la discusión sobre el modelo de sociedad al que se aspira. De hecho, no cuesta imaginar que los chiítas aspiren a seguir el ejemplo iraní e intenten moldear su región a imagen y semejanza de Teherán. Según el proyecto presentado, el Islam constituiría una base de la legislación. En teoría no sería pues excluyente pero, en la práctica, está por verse.

Por ahora, tanto el gobierno provisional de Bagdad como Estados Unidos parecen tener, sobre todo, un objetivo: sacar adelante, cuanto antes, la nueva Constitución. George W. Bush necesita un éxito político en Irak, dado que el militar se ve opacado por la violencia de cada día en ese país y su popularidad se resiente en las encuestas. Los iraquíes, en cambio, necesitan sobre todo una base sólida sobre la que tratar de construir una democracia estable. Para ello es imprescindible también el consentimiento los sunitas que, de momento, no se vislumbra a corto plazo.