Granadas en el Báltico
10 de enero de 2008
Las playas alemanas en el Báltico, más que idílicas son peligrosas. Cada año se producen accidentes provocados por munición que data de la Segunda Guerra Mundial. “Accidentes con bombas” se titula el estudio que publica la revista Waterkant, que denuncia que desde el fin de la conflagración mundial han fallecido 168 personas, pero según el autor, Stefan Nehring, el número de accidentes es mayor.
Esto se debe a que las autoridades alemanas no están obligadas a registrar los accidentes provocados por viejas bombas y explosivos, por ello no hay un registro oficial. Se estima que cientos de miles de explosivos y munición química se encuentra en el fondo del mar Báltico y del mar del Norte. Aunque estaba previsto enterrar buena cantidad de bombas en las profundidades del mar, las embarcaciones contratadas para tal efecto trabajaron a destajo y se deshicieron de su carga lo más rápido posible. Según el estudio, buena parte no fue enterrada como estaba previsto.
Peligro insospechado
Aunque el último accidente submarino tuvo lugar hace 51 años, en las playas los accidentes de bañistas con químicos como fósforo, que es confundido con ámbar, se multiplican. Al entrar en contacto con la piel el sólido se disuelve provocando dolorosas quemaduras. Si además llega a través de las manos a la boca, puede provocar daños irreversibles en el estómago, el hígado y los riñones. Este elemento no soluble en agua se oxida espontáneamente al entrar en contacto con el aire y es altamente explosivo. El fósforo blanco es sumamente venenoso, una dosis de 50 mg puede ser fatal.
A esto se suma que se desconoce la ubicación de muchos depósitos espontáneos de viejas bombas y granadas que han sido arrastradas por las corrientes submarinas. Un reporte de pescadores del Estado federado de Schleswig-Holstein del 2001 afirma que los cuerpos explosivos se encuentran en todas partes y reitera que las aguas de las costas del mar Báltico se encuentran fuertemente contaminadas por la munición de guerra.