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"Fútbol por la vida": Ensueño y miseria

19 de noviembre de 2009

La realidad de los niños de los barrios pobres de Costa Rica no tiene nada que ver con las playas de ensueño de los catálogos de viajes. Stefanie Hornig acompaña a Timo Heidbrink en su trabajo en el barrio "La Carpio".

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Timo Heidbrink señala la calle que conduce hacia La Carpio.Imagen: DW/Stefanie Hornig

Me siento con Timo en el autobús y lo acompaño a su trabajo. Hoy no vamos al campo de fútbol, sino que nos trasladamos hasta donde viven los niños para jugar con ellos.

Nuestro autobús deja atrás la parte más bonita de San José y se adentra en una calle larga que conduce hacia La Carpio, un barrio que los taxistas por la noche intentan evitar a toda costa. La Carpio se encuentra en una solitaria colina en el medio de un abandonado lugar. Esta calle es la única que conduce hasta allí.

Las dos caras de un mismo país

El aspecto que tiene la zona es impactante, cuando sólo se conoce la otra cara de Costa Rica: la de las playas caribeñas que se ven en los catálogos de viajes, la de las selvas tropicales de ensueño y los singulares animales de mil colores. Timo Heidbrink describe cómo vive él el tremendo contraste entre el ensueño y la miseria: “Esto no progresa. Un país como Costa Rica con tanto turismo... ¿Quién querría ver ésto? La gente prefiere contemplar las bonitas y limpias playas de arena blanca y los espléndidos monumentos del centro de la ciudad. Nadie quiere ver a los pobres. Pero no se puede actuar como si no existieran.”

Straße in La Carpio
Éste es el aspecto que tienen las calles de La Carpio.Imagen: DW

Realmente, Costa Rica es considerada la “Suiza” de América Latina. En comparación con otros países del continente, encontramos aquí menos pobreza, más cultura y una democracia estable. Además, el suministro de agua, electricidad y medicina es mucho mejor. Por eso vienen a Costa Rica inmigrantes de los países vecinos en busca de una vida mejor. 40.000 de ellos han aterrizado aquí. Muchos vienen de Nicaragua para acabar viviendo entre toneladas de basura, sin trabajo, sin permiso de residencia y, casi siempre, bajo el umbral de la pobreza.

Timo Heidbrink cuenta cómo él crece como persona gracias a la experiencia que vive con los niños de La Carpio. “Es realmente aterrador ver esto. Mientras nosotros tenemos habitaciones enormes, aquí familias enteras de hasta 10 miembros conviven todos juntos en habitaciones diminutas. Esto no tiene buen aspecto”.

Ayudar a los niños a través del juego

„Kinderspielplatz“ in La Carpio
Aquí es dónde juegan los niños de La Carpio.Imagen: DW/Stefanie Hornig

Los niños no tienen grandes oportunidades para dejar La Carpio. Ellos no encuentran aquí lo más necesario para mejorar su vida: una buena educación escolar. Timo Heidbrink cuenta que en las escuelas, las clases están demasiado llenas, los profesores mal capacitados e impera una gran ausencia de personal.

La cruda realidad es que la mayoría de los niños no va nunca a la escuela y, muy a menudo, caen demasiado pronto en el círculo vicioso de las drogas, la violencia y la pobreza. La delincuencia es un gran problema aquí y las carreras criminales de los pequeños comienzan pronto: “Hay muchos jóvenes 'carteristas' que saben cómo sacar rápidamente todo de tu bolso, sin que tú te des cuenta. Pero esa es la minoría. La mayoría comete robos más graves. Eso significa que casi siempre los robos son cometidos mediante el uso de la fuerza, con cuchillos o pistolas. Se lo llevan todo”, comenta Timo. Cuando esto ocurre, lo mejor es no oponer resistencia porque si no puede pasar algo mucho más grave.

El primer paso para sacar a los niños de la pobreza

Timo in der Ludothek
Aparte de en el campo de fútbol, Timo también trabaja con los niños en una ludoteca.Imagen: DW/Stefanie Hornig

Timo es consciente de que no puede trastocar la realidad de la vida de los pequeños solamente con la ludoteca y los juegos. Sin embargo, éste puede ser el primer paso para afrontar los problemas. “Aquí hay diversión y juegos, es en cualquier caso una ocupación con sentido. Al menos, así los niños no están dando vueltas por la calle sin hacer nada o pensando en cometer delitos. Además, esto también nos sirve a nosotros para conocer y entender a estos chicos. O, por lo menos, intentar entenderlos”, explica Timo.

Después del trabajo con los juegos y los niños, acompaño de nuevo a Timo en el viaje de vuelta desde La Carpio hasta la ciudad. Unas horas después de que nos bajamos del autobús, dos pasajeros disparan al conductor de esta línea hiriéndolo de muerte. Cosas como éstas no ayudan a mejorar la reputación del barrio.

Autora: Stefanie Hornig / ASG

Editor: José Ospina Valencia