Faltan mosqueteros en Europa
12 de febrero de 2004La respuesta de Berlín a los planes en Bruselas no sorprenden. El ministerio alemán de Finanzas, Hans Eichel, calificó de “poco realista” la propuesta de la Comisión Europea (CE) para el presupuesto de la UE para el periodo 2007-2013, en el que se prevé un techo financiero del 1,24 por ciento del producto nacional bruta (PNB). El marco propuesto por la Comisión Europea “no constituye una política financiera sólida”, agregó el ministerio alemán de Finanzas.
Como si fuese un eco, la misma critica se escuchó también en París. En nombre de la “disciplina presupuestaria”, Francia defendió su propuesta y la de otros cinco países para congelar el presupuesto comunitario. En diciembre pasado, Francia, Alemania, Reino Unido, Holanda, Suecia y Austria, contribuyentes netos de la UE, pidieron congelar en un 1% del PNB el presupuesto comunitario, a pesar de la ampliación de la Unión.
Egoísmos nacionales
Francia y Alemania se encuentran económicamente en aprietos. Los monederos ya no están tan llenos como en el pasado. ¿Cómo puede ser, argumentan los dos, que por un lado Bruselas exija de París y Berlín fuertes recortes en los presupuestos nacionales y por otro lado les pida más dinero para los fondos de la UE? La argumentación franco-germana, a primera vista comprensible y lógica, resulta ser algo hipócrita. La ‘solidez financiera’ y la ‘disciplina presupuestaria’ que Francia y Alemania reclaman de Bruselas es precisamente lo que hace falta en la política financiera nacional de ambos países.
La resistencia en París y Berlín tiene también (pero no sólo) su origen en la frustración por el fracaso de la última cumbre de Bruselas, en la que se debería haber aprobado la Constitución Europea. La criticas se centraron en la postura supuestamente intransigente de España, mayor beneficiario de los fondos europeos, y en Polonia, país que en opinión de muchos analistas se apresuró demasiado en pedir dinero de Bruselas antes de ser miembro del club.
Mucho dinero, pocas nueces
Efectivamente, los planes de la Unión Europea para el futuro son ambiciosos: ampliación con 12 nuevos miembros hasta 2013, una política exterior seria y respetada en el mundo, una política de defensa común, y, como si eso fuese poco, una reestructuración política de la Unión mediante una constitución. Esos planes no se podrán realizar con menos dinero.
Pero una cosa es hablar de las ambiciones y otra cosa son los resultados. En el marco de la política sería más oportuno hablar de la “Desunión Europa” en vez de la Unión Europea. Indudablemente, Bruselas necesita una sólida perspectiva financiera a la altura de retos como la ampliación, la investigación científica o la lucha antiterrorista. Pero a la vez necesita una estructura que trabaje con eficacia y rapidez, guiada por una visión europea para un futuro común.
Sería ilusorio esperar que la Unión Europea se convierta algún día en un club de mosqueteros, siguiendo el lema ‘uno para todos y todos para uno’. Pero un poco más de visión y un poco menos de egoísmo no le vendría mal al viejo continente.