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Europa en la encrucijada Europa en la encrucijada

29 de octubre de 2010

Merkel se impone en Bruselas, pero la UE no debe ignorar a socios pequeños del euro o a sus ciudadanos. En Francia, tenga o no razón, Sarkozy pagará cara la imposición de la reforma de pensiones, dice la prensa.

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Política monetaria y política social en Europa: tema nacional y comunitario.Imagen: picture-alliance / Helga Lade Fotoagentur GmbH

Europa tendrá que asumir ajustes en su política económica y financiera, si quiere salvar el proyecto común, escribe el Corriere della Sera, de Milán: “A raíz de sus propias discrepancias, Europa ha encontrado siempre, en el pasado, impulso para la renovación y el desarrollo. Pero los contrastes que hoy estremecen a la Unión Europea (UE) – radicalizados como consecuencia de los diversos conceptos económicos y financieros – amenazan seriamente al proyecto europeo. Conmocionada por la crisis griega, Europa se halla frente a una encrucijada: tiene que elegir entre el incontenible desmoronamiento de la comunidad (de naciones) o el riguroso aseguramiento de su existencia. Y, para ello, se necesita más que la mera voluntad política. Para continuar existiendo, la comunidad europea tiene que hacer confluir la historia de cada uno de sus Estados. De lo contrario, Europa se arriesga a convertirse en un modelo sin futuro, a la cuenta de sus ya parcialmente resentidos sistemas democráticos”.

UE: “no por encima de ciudadanos y votantes”

Berlín gestionó mal el apoyo a su propuesta de suspender el derecho de votación a Estados miembros que incumplan con el Pacto de Estabilidad, dice Der Standard, de Viena: “Lo inadecuado no es el contenido, sino la forma de proceder. No fue muy hábil, por su parte (por parte de Angela Merkel), priorizar el acuerdo con Francia, sin involucrar y ofrecer seguridad a los socios más pequeños (…) Pero eso no cambia el hecho de que Merkel tiene toda la razón en este asunto. Más consecuentemente que el resto de los Estados, Alemania exige aprender de la crisis financiera y la crisis del euro. La comunidad tiene que poder apretar las clavijas a sus miembros en situaciones de emergencia para evitar una segunda Grecia. Y como esto no está regulado en los tratados, tiene que ser añadido. Eso sí, no se trata de pasar por encima de ciudadanos y votantes (de referendos populares), sino de hacerlo de forma abierta, ofensiva. Visto así, vale la pena la pelea”.

Sarkozy: “sordo o indiferente”

Durante meses de protestas ciudadanas, el presidente francés ha perdido a la opinión pública, comenta Le Monde, en París: “La aprobación de la reforma de pensiones en el Parlamento es, sin dudas, una victoria política para el presidente de la República. Pero el precio de esa victoria será caro. El jefe de Estado ha perdido ya la batalla por la opinión pública. Entre la población predomina en sentimiento de que la política económica, impositiva y social es injusta y, desde 2007, afecta más fuertemente a los franceses menos favorecidos socialmente que a los acomodados. Sarkozy ha querido ser moderno, pero es percibido como injusto. Al rechazar verdaderas negociaciones sobre la reforma de pensiones, el jefe de Estado ha perdido probablemente también la batalla por el diálogo social. Lo peor es, sin embargo, que el presidente ha reaccionado con sordera o indeferencia ante las preocupaciones de la gente en relación con este proyecto de reforma”.

Nuevo paisaje político y social

Libération, también en París, augura nuevos retos políticos y sociales al Gobierno francés: “Esta reforma, que se le ha impuesto a los franceses contra su voluntad, debía transmitir la imagen de un presidente resuelto, pero ha mostrado sobre todo a un presidente sordo e impopular. Los conservadores pueden alegrarse del debilitamiento del movimiento de protesta en estas vacaciones de otoño, pero esto no es todo. Esta impresionante movilización mostró una Francia poseída de un difuso descontento y una profunda decepción – entre los jóvenes, los empleados de las refinerías, los de la recogida de basura, los funcionarios. Las iniciativas locales, organizadas por empleados y sindicatos, muestran una nueva realidad social y política, que tendrá que ser tomada en consideración por el Gobierno.”

RML/ AFP/ dpa

Editor: Enrique López Magallón