En un refugio de Oaxaca dan cobijo a ejemplares rescatados de viviendas privadas o bajo el cautiverio de ganaderos. La mayoría no pueden ser reintroducidos a su hábitat, porque ya fueron domesticados. El proceso de asilvestramiento puede durar más de tres años y requiere de minuciosos cuidados y del mínimo contacto humano. El mayor desafío es recaudar fondos para su alimentación.