El parlamento de la discordia
18 de octubre de 2002La ceremonia de constitución del nuevo parlamento alemán, emergido de los comicios del pasado 22 de septiembre, tuvo más de controversia que de solemnidad. Las pugnas por la repartición de los cargos en la directiva parlamentaria y la atmósfera de confrontación que marcó en parte la jornada, hicieron recordar más bien el tono combativo de la campaña electoral. Este ánimo, inusual para la ocasión, se reflejó también en la elección del presidente del legislativo: el socialdemócrata Wolfgang Thierse fue confirmado en el cargo, pero con uno de los peores resultados de que se tenga memoria.
Anticipo de batalla
Más que un mero episodio anecdótico, lo ocurrido da indicios del nada apacible clima político imperante hoy en día en Alemania. Con una mayoría de apenas 4 escaños, la coalición socialdemócrata-verde del canciller Gerhard Schröder ha tenido un anticipo de los fuertes vientos que soplarán en su contra en el Parlamento, en este nuevo período legislativo. De poco servirán probablemente las exhortaciones de Thierse a concebir la actual correlación de fuerzas como una oportunidad para trabajar mancomunadamente, en busca de soluciones a los problemas del país.
Que éstos son muchos está fuera de toda discusión; más que nunca desde que en la víspera el ministro de Hacienda, Hans Eichel, reconociera que probablemente el déficit fiscal germano rebasará el límite del 3% del PIB establecido en el pacto de estabilidad de la Unión Europea. Las recriminaciones de la oposición resuenan desde todos los rincones y tampoco los empresarios escatiman en reproches a los planes del gobierno para el período que se iniciará formalmente el martes, cuando Schröder y su gabinete presten juramento.
Protesta empresarial
Sintomático resultó que hasta la ceremonia de constitución de la cámara haya sido utilizada para una manifestación de protesta, aunque tuviera lugar fuera de la sede parlamentaria. La intención de sus promotores era entregar más de 250 mil firmas recolectadas para pedir una reforma tributaria favorable a la pequeña y mediana empresa, y una reducción de la burocracia. Aunque iba dirigida a todos los partidos del Parlamento, sólo representantes de la democracia cristiana y de los liberales se dieron por aludidos, obviamente porque las demandas coinciden con sus planteamientos.
Sea como fuere, los tonos conciliadores fueron escasos en esta jornada, presagiando las tormentas que ya asoman en el horizonte legislativo. Aun así, no faltaron tampoco los llamados a enfrentar los nuevos desafíos mancomunadamente, como lo hizo también en su discurso inaugural el parlamentario de mayor edad, que en este caso es el ministro del Interior alemán, Otto Schily. Junto con subrayar la amenaza del terrorismo internacional e instar a combatirlo también mediante un debate intelectual y cultural, exhortó a asumir las responsabilidades de Alemania en el siglo XXI, en el plano de la política europea e internacional. Es, al menos, un campo en el que se vislumbran más posibilidades de consenso que en el de los candentes problemas internos del país.