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El dilema de los "halcones" europeos

16 de febrero de 2003

Tras las multitudinarias manifestaciones contra una guerra en Irak, los gobiernos de Londres, Madrid y Roma sienten especialmente el impacto de una opinión pública que rechaza su total apego a la política de Washington.

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Blair, Aznar y Berlusconi: "divorcio" entre gobierno y opinión pública.

Las cifras difieren; más de cinco millones a nivel mundial...¿más de seis? ¿O quizás algo menos? Sea como fuere, el mundo fue testigo el sábado 15 de febrero de las mayores manifestaciones antibélicas que se recuerden desde los tiempos de la guerra de Vietnam, expresión de un movimiento pacifista que también ha entrado en la etapa de la globalización.

En Berlín acudieron al llamado más de 500 mil personas. Pero está fuera de duda que el récord de manifestantes contra una intervención militar en Irak corresponde a Gran Bretaña, España e Italia. El hecho no deja de ser sintomático, teniendo en cuenta que los gobiernos de estos tres países han sido los más vehementes defensores de la política del presidente estadounidense, George Bush, en Europa. No es probable que la multitudinaria movilización en favor de la paz lleve al jefe de la Casa Blanca a enmendar su posición. Pero, de seguro, debe haber impresionado a sus más irrestrictos seguidores europeos, confrontados con el manifiesto rechazo de su propio electorado a la guerra.

El "eclipse" de Blair

Tony Blair, quien hasta hace no mucho fuera el primer ministro británico más popular de las últimas décadas, tiene que batírselas ahora con las recriminaciones de la población y de algunos de sus propios correligionarios. Su buena estrella se eclipsa, al punto de que ya surgen temores acerca de su futuro político. Así lo manifestó, a la cabeza de los manifestantes, el alcalde izquierdista de Londres, Ken Livingstone.

Y la prensa confirma tal apreciación. Tras la mayor manifestación pacifista que haya tenido lugar en la capital británica, el periódico The Observer sentenció que Blair se encuentra "ante el mayor desafío de su carrera", mientras The Independent on Sunday afirmó que "por primera vez desde 1997, los líderes laboristas comienzan a preguntarse si el primer ministro seguirá en su cargo en el verano". The Guardian, que simpatiza con el gobierno, manifiesta por su parte el temor de que Blair pueda convertirse en "la primera víctima de la guerra".

Tony Blair está consciente de que su apego a Bush no le ha reportado simpatías en casa. Así lo reconoció el mismo sábado de las manifestaciones, en un congreso laborista en Glasgow, donde indicó que la impopularidad puede ser "el precio" del liderazgo y las convicciones. El jefe del gobierno de Londres se muestra dispuesto a pagarlo, y no dará la espalda a Washington. Pero, de seguro, hará todo lo posible por mantener la solución de la crisis iraquí dentro del cauce de la ONU.

Chaparrón en el Mediterráneo

Más incertidumbre hay en torno a la solidez de los otros "halcones" europeos: Italia y España. La multitudinaria marcha de los italianos tuvo que haber caído como ducha helada al primer ministro Silvio Berlusconi. Acostumbrado a salir airoso de sus problemas judiciales y a manejar en buena medida los medios de comunicación, esta masiva oposición a la guerra puede interpretarse también como muestra de rechazo a su política. Algunos analistas indican que el gobernante italiano estaría buscando una "tercera vía", para intentar un acercamiento entre la Unión Europea y Estados Unidos. El periódico de izquierda liberal La Repubblica considera que Berlusconi está en un dilema y "quisiera poder transformarse ahora de halcón en paloma".

También en España el presidente del gobierno, José María Aznar, recibió un duro mensaje de sus conciudadanos. El periódico madrileño El País comenta que "el divorcio progresivo entre el gobierno y la calle ha pasado ya una abultada factura, visible ayer en nuestras ciudades". También las encuestas españolas revelan una paulatina pérdida de popularidad del gobernante, que podría acentuarse en el marco de la situación actual. Cierto es que Aznar se apresta a entrar en su último año de mandato y no se presentará a la reelección, pero eso no lo vuelve inmune al ánimo del electorado, sobre todo si desea que su partido se mantenga en el poder.

La "voz de la calle" no es la que decide. Pero tampoco se la puede ignorar cuando adquiere tal volumen. En consecuencia, quizá el primer efecto sea una actitud más conciliatoria de Londres, Madrid y Roma en la cumbre de la Unión Europea, en la que se intentará parchar las grietas y buscar consensos en torno a la crisis iraquí.