El desafío de democratizar Irak
23 de noviembre de 2004La declaración final de la conferencia celebrada en la localidad egipcia de Sharm el Sheij, parece, a primera vista, una manifestación de unidad internacional para enfrentar los serios problemas iraquíes. Sentados a una misma mesa, los Estados que protagonizaron la intervención militar y los que se opusieron a ella dialogaron con representantes del gobierno de transición de Irak y de sus países vecinos. Y coincidieron en lo sustancial: condenar el terrorismo y la violencia, y subrayar el papel fundamental que le corresponde a la ONU en el proceso político de Bagdad.
Hechos consumados
Todos se han rendido a la evidencia de que las tropas estadounidenses permanecerán en Irak mientras sea necesario a juicio de Washington. La declaración de Sharm el Sheij se limita a consignar que no se trata de una ocupación indefinida, pero no menciona plazos concretos para su término. Sin embargo, siguen existiendo puntos de vista diferentes en torno a la situación actual. Por ejemplo, el ministro de Relaciones Exteriores iraquí, Hoshiar Zebari, tuvo que defender la ofensiva contra Falluya de las críticas de Siria e Irán, subrayando que el aporte de las tropas extranjeras es fundamental para mejorar las condiciones de seguridad en el país.
Ciertamente, poner coto a la violencia resulta indispensable para poder llevar a cabo a comienzos del año próximo elecciones democráticas en Irak. El problema radica en que nadie parece estar en condiciones de lograrlo por ahora. De ahí que el presidente de la Liga Árabe, Amr Musa, demandara un cese del fuego y la celebración de una “conferencia de reconciliación” antes de los comicios. Tampoco faltaron quienes pusieron en duda la fecha electoral del 30 de enero, a la que se aferra el gobierno provisional de Bagdad. Arabia Saudita, Kuwait y Jordania subrayaron que ella no puede ser inamovible.
Clave política
El aspecto militar y el político están estrechamente ligados en este caso. Porque sin garantías de seguridad, difícilmente pueda desarrollarse un proceso electoral libre y transparente. Pero no hay que perder la perspectiva. Como dijo el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, las operaciones militares no bastan para generar estabilidad. Lo decisivo es la acción política. Y, en este sentido, será imprescindible incorporar a todos los grupos políticos y étnicos relevantes en el proceso electoral. Así lo destacó también su homólogo egipcio, haciendo hincapié en que se requerirá la participación de un amplio espectro de la sociedad iraquí, para conferirle la necesaria legitimidad.
Hasta ahora, el gobierno provisional de Irak no tiene demasiados éxitos que exhibir en este punto crucial. La marginación de sus detractores de la conferencia de Sharm el Sheij habla por sí sola. Y eso habrá que enmendarlo. Porque, sin su participación, será imposible generar el “clima favorable” de reconciliación que se necesita para los comicios, como lo subrayó el secretario general de la ONU, Kofi Annan.