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EE.UU.: estreno de potencia mundial

25 de enero de 2005

Los resultados de la Segunda Guerra Mundial impusieron una serie de desafíos y cargas a un Estados Unidos que se estrenaba como potencia mundial.

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Irving W. Swanson lee en el Congreso un mensaje del presidente Roosevelt abogando por la declaración de guerra contra Alemania, el 11 de diciembre de 1941.Imagen: AP


Y mientras se vivía un gran florecimiento económico, en asuntos internos el país no fue ajeno a las turbulencias.

Franklin D. Roosevelt, quien había gobernado el país durante los años de guerra, no fue quien dirigió a la nación el comunicado radiofónico anunciando el fin de la guerra en Europa, el 8 de mayo de 1945. Fue el presidente Harry Truman; Roosevelt había muerto un mes antes.

Al igual que su colega británico, Truman estaba feliz de poder hacerlo. Y sin embargo no dejó de advertir a los estadounidenses que la guerra continuaba en el océano Pacífico. Se trataba ahora, así Truman a sus conciudadanos, no tanto de festejar como de acometer las tareas aún pendientes.

Las advertencias de su presidente no pudieron impedir que miles de personas tomaran las calles en diversas ciudades del país. En Nueva York, una multitud jubilosa se apoderó del Times Square, y fueron necesarios 15.000 policías para mantenerla relativamente en orden.

Un hito

El ánimo festivo de la multitud parecía deberse a algo más que al fin de guerra en Europa. Estados Unidos era la única potencia aliada que acababa la guerra con pocas pérdidas. En opinión de algunos historiadores, los norteamericanos estaban concientes de cuánto representaba el fin de la guerra para su país: en los años subsiguientes, Estados Unidos fue cobrando mayor importancia a nivel internacional y la bonanza económica logró que el pueblo olvidara la crisis de los años treinta.

“La fuerza transformadora que supuso la Segunda Guerra Mundial es inconmensurable”, explica David Kennedy, especialista en historia norteamericana y catedrático de la Universidad de Stanford añadiendo: “Marcó el comienzo de una nueva era, en la cual todo cambió”.

Una potencia mundial vacilante

Al finalizar la guerra, Churchill dijo que Estados Unidos había alcanzado la cúspide del planeta. Esta observación puso de relieve el nuevo reparto internacional: de un país aislacionista, en cinco años, Estados Unidos se había convertido en una potencia mundial.

Truman y su gabinete se vieron en 1945 ante la obligación de cumplir con ese nuevo y un tanto incómodo papel: el de favorecer a Estados Unidos evitando conflictos de vasto alcance. Para lograrlo, Truman tuvo que enfrentarse a la oposición en su propia casa. Después del estreno de la bomba atómica en Japón -pocos meses después de la victoria en Europa-, algunos argumentaban que el monopolio de la bomba atómica era la única seguridad que el país requería.

“La mayoría de los norteamericanos pensaba que Estados Unidos había ganado la guerra solo”, expone David Reynolds, profesor de la cátedra de Historia en la Universidad de Cambridge y autor del libro De Múnich a Pearl Harbor: la América de Roosevelt y los orígenes de la Segunda Guerra Mundial. “Los norteamericanos no sabían, por ejemplo, nada del aporte de Rusia, impresión que se ahondó con la utilización de la bomba en Japón. En su opinión, Estados Unidos era de un poder arrollador”, analiza Reynolds.

El presidente Truman, sin embargo, logró conducir a su país hacia una nueva forma de internacionalismo, que se traducía en la creación de instituciones –una tardía ejecución de los planes de su antecesor, Woodrow Wilson. Estados Unidos fue así uno de los miembros fundadores de Naciones Unidas, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la OTAN. Desde ahí hasta hoy, los norteamericanos han tenido un papel protagónico, con o sin el consentimiento del resto del mundo.

El boom demográfico y económico

La década que siguió al fin de la guerra fue de bonanza económica y de crecimiento demográfico, un boom. Los soldados fueron despedidos del ejército, y la producción de las fábricas de armamento pudo reorientarse hacia las necesidades de tiempos de paz. De las Fuerzas Aliadas, Estados Unidos fue el único país que terminó la guerra enriquecido y que, en ese período difícil, había superado su crisis económica.

El producto interno bruto creció en el año 1948 a 257.600 mil millones de dólares, suma impresionante si se la compara con los 55.600 millones de PBI durante la crisis económica. Gracias al Programa "New Deal" ideado por Roosevelt –y cuya puesta en marcha había sido retrasada por la guerra-, los estadounidenses comenzaron a gastar dinero como nunca antes, pues ahora artículos de lujo como una lavadora o un auto estaban al alcance de su mano.

Las minorías ganan terreno

Mientras que los norteamericanos blancos disfrutaban de los frutos de la paz, la población negra campesina -que también había luchado en la guerra- comenzó a denunciar la política racista del país. Exigía mayores derechos y con ello se colocó los fundamentos del movimiento a favor de los derechos civiles de los años cincuenta.

Después de la guerra existía en el país una gran confianza en la capacidad de la sociedad para solucionar problemas, explican los historiadores. Entonces, y también gracias a la bonanza económica, se pudo favorecer a los afroamericanos, sin despertar en los otros la sensación de que les estaban quitando algo. Así, aunque no contaba con apoyo mayoritario, el presidente Truman convocó nuevas reformas, las llamadas Fair-Deal, que, entre otras cosas, fortalecieron los derechos civiles.