¿Dónde quedó el Mundial?
3 de junio de 2002En Alemania, los telespectadores no logramos contagiarnos aún de la fiebre del mundial. Será porque algunos partidos tienen lugar a una hora de la mañana en que la gente suele estar de camino al trabajo. O porque simplemente muchos encuentros no se transmiten por la televisión abierta. De paso, cabría recordar que tan abierta tampoco es –en el sentido de gratuita-, porque acá se paga una cuota mensual para tener derecho a la recepción de los canales públicos.
Sea como fuere, la gente se va enterando a jirones de las novedades de Japón o Corea del Sur. Supimos que México le ganó 1 a 0 a Croacia, lo cual es un mérito. Después nos dijeron que había sido el partido más flojo en lo que va del mundial. Quién sabe. Casi nadie lo vio.
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Hoy, sólo el duelo entre Brasil y Turquía tuvo lugar también en las pantallas de la televisión pública alemana. Menos mal. No sólo por la comunidad de hinchas que tiene Brasil en ésta y otras partes del mundo, sino por la nutrida población de origen turco que vive en este país. Todos pudimos apreciar que el juego fue duro y hasta logramos hacernos una opinión acerca de si el penal fue injusto, como afirmara el entrenador turco.
Luego Ecuador-Italia. Sólo quienes están en condiciones de sintonizar un canal belga (por cable) fueron testigos de la derrota ecuatoriana.
Pocos partidos nos llegan a través de las cadenas públicas ARD y ZDF. La mayoría de los 64 encuentros serán transmitidos sólo por el canal pagado Premiere. Pero los abonados a este servicio son una minoría. Tanto es así que el fracaso de este modelo de "pay-tv" fue uno de los factores que precipitó el derrumbe del imperio de medios de comunicación de Leo Kirch, dueño de los derechos televisivos del Mundial 2002.
Expectativas incumplidas
Un mundial a medias, con información de segunda mano, no es la fiesta a la que estábamos acostumbrados. No sorprende demasiado que incluso los programas especiales sobre la Copa del Mundo, ofrecidos por un canal privado, hayan dejado al público más o menos indiferente. Sat.1 pagó por mostrar en diferido las imágenes, antes que los demás canales alemanes. Sin embargo, menos de 3 millones de personas vieron el programa el sábado y el domingo. El raiting fue de entre un 9,1 y un 11,8%. Muy poco comparado con las metas de los ejecutivos, que preveían entre un 15 y un 25% de sintonía.
Claro, no es lo mismo ver los encuentros en vivo que horas más tarde, en versión comprimida. Consuela saber que los partidos finales serán accesibles para todo expectador. Y seguramente batirán el récord de sintonía. Pero, gracias al millonario negocio de los derechos de transmisión, un igualmente millonario público se habrá quedado con gusto a poco.