China: "Un desafío, no una amenaza"
5 de septiembre de 2005Salomónica fue la solución que se encontró en la cumbre de la Unión Europea y China, celebrada en Pekín. La mercadería retenida en las fronteras podrá ingresar a Europa, pero la mitad se registrará a cuenta de las cuotas del año entrante. La carga se comparte pues a partes iguales. Y todos contentos. Especialmente el primer ministro británico y presidente de turno de la UE, Tony Blair, quien viajó a la capital china con la intención de superar el impasse provocado por la avalancha de textiles chinos que, a juicio de algunos países miembros, amenaza con inundar el viejo mundo.
Resistencias europeas
Todavía falta que los 25 miembros de la UE den su consentimiento, pero Blair se mostró muy optimista al respecto. Según el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, en el futuro se adoptarán más medidas para evitar que estalle una nueva pugna en torno a los textiles. Además, aseguró que Europa está interesada en facilitar la transición a una época en la que ya no haya cuotas de importación.
Esa época, sin embargo, aún no ha llegado. De hecho, esta última pugna se desató precisamente tras un intento de eliminar los contingentes, que tuvo por efecto un fuerte incremento de las importaciones chinas, a lo que los tradicionales productores de europeos de textiles, como Italia, Francia, España y Portugal, reaccionaron demandando nuevas limitaciones. Y, aunque ahora se den por satisfechos con lo acordado, eso probablemente no solucione el problema de fondo: cómo hacer frente a China, que amenaza con apoderarse de los mercados, con sus precios altamente competitivos.
Múltiples acuerdos
Durante la visita a Pekín, Mandelson se esmeró en disipar los temores ante el creciente poderío comercial Chino. "China es un desafío, pero no una amenaza", subrayó. Las mismas palabras utilizó Tony Blair, empeñado en convencer a sus socios europeos de que el proteccionismo es anacrónico. Según el premier británico, en un mundo globalizado, lo que se debe hacer "no es resistirse al cambio", sino regular las modificaciones.
En esa dirección apuntan algunos de los varios acuerdos suscritos en esta cumbre de la Unión Europea y Pekín. Entre ellos se cuenta el de emprender un diálogo sobre asuntos sociales y derechos laborales, y un acuerdo de cooperación en materia medioambiental, en el marco del cual los europeos se proponen suministrar a China -el mayor consumidor de carbón del mundo-, nuevas tecnologías para reducir la contaminación en las centrales de energía que utilizan este combustible. Europa ya conoce de sobra el viejo proverbio: si no puedes en contra, únete a ellos. Como parece claro que el avance chino es irrefrenable, Europa se muestra convencida de que más vale avanzar juntos que ahondar en las diferencias persistentes.