Calidad ante todo
16 de septiembre de 2004
Prácticamente no hay producto en las estanterías alemanas que no haya pasado por la lupa o incluso el microscopio de la Stiftung Warentest, una fundación independiente, dedicada al control de calidad. Desde sopas enlatadas hasta sofisticados equipos electrónicos de última generación, nada escapa al veredicto de estos expertos que tutelan los intereses del consumidor germano desde hace cuatro décadas.
Independencia absoluta
Su juicio suele tener un considerable impacto en las ventas. Según un reciente análisis de la revista femenina Brigitte, un 68% de las mujeres atribuye más importancia a los resultados de esos test que a la fama de una marca, a la hora de hacer una compra. Un pronunciamiento categórico en contra de determinado producto puede significar incluso su desaparición del mercado, como ocurrió años atrás con un aparato para ayudar a caminar a los bebés. El “babywalker” terminó por esfumarse de las tiendas, después de que la fundación lo calificara de “deficiente”.
Los exámenes y sus resultados son publicados mensualmente en una revista, cuya venta financia en un 90% las actividades de la Stiftung Warentest. El 10% restante lo aporta el Ministerio de Protección del Consumidor. Gracias a estas bases de sustento económico, la fundación consigue mantener su independencia ante la industria. Los fabricantes ciertamente intentan influir, ya sea tratando de evitar que sus productos sean analizados, o bien pidiendo que se los incluya en un test, con la esperanza de que una “buena nota” fomente el negocio. Pero la institución está consciente de que su único capital es la credibilidad. Y hasta ahora ha logrado conservarla.
Al ritmo de la innovación
Creada por iniciativa del gobierno germano-federal en 1964, la fundación ha tenido que ir adaptándose las exigencias de los tiempos. Cada vez son más los nuevos productos que salen al mercado y mayor la necesidad de información del público, por ejemplo en el área de la electrónica y otros campos en constante innovación. Computadores, DVDs y afines constituyen hoy el principal objeto de examen de los especialistas, a diferencia de lo que ocurría décadas atrás, cuando la atención se centraba en máquinas de coser y electrodomésticos.
Para llevar a cabo su trabajo, la fundación recurre la ayuda de expertos en cada materia, o entrega productos a laboratorios que los analizan de acuerdo con los parámetros que se establezcan. Más de una vez los resultados han causado revuelo. Por ejemplo, cuando uno de sus estudios determinó que algunas cremas de belleza comunes y de precios módicos, son igualmente efectivas que las de marcas carísimas y rodeadas de glamour.