Bush: no le creen ni en Pekín
21 de noviembre de 2005
Stuttgarter Zeitung, de Alemania: "Geroge W. Bush no logró su cometido en Pekín. Quería reforzar el respeto de los derechos humanos y lograr una apertura del mercado. Pero el hombre fuerte de china, Hu Jintao, no hizo concesiones en ninguno de los dos campos. Desde el punto de vista económico esto significa que el déficit comercial estadounidense seguirá creciendo, pues China no modificará la paridad artificial de su divisa. Las importaciones baratas "made in China" seguirán inundando el mercado estadounidense, las exportaciones estadounidenses seguirán siendo muy caras El temor a una guerra comercial no es infundado.
Tampoco desde el punto de vista político se logró un acercamiento… el tono entre Pekín y Washington incluso ha empeorado."
Bush no tiene credibilidad ni en Pekín
Salzburger Nachrichten, de Austria:"Han pasado los tiempos en los que los funcionarios chinos reaccionaban con enojo a las exigencias occidentales de respetar la libertad y derechos de sus ciudadanos. Los políticos chinos se han acostumbrado a reaccionar con calma y presentar fórmulas estandarizadas, cuidando siempre de que su prensa no informe sobre detalles críticos.
… Además los políticos de Pekín saben que el "pequeño Bush", como se le llama en China, puede hablar cuanto quiera sobre los derechos humanos y la libertad. Su gobierno carece, a los ojos de muchos asiáticos, de toda credibilidad después de lo que se sabe de Abu Ghraib y Guantánamo."
Sin resultados apreciables
Il Messaggero, de Roma: "Hubo una serie de temas que centraron la visita del presidente Bush a Pekín. Todos tenían un gran significado, como la democracia, los derechos humanos, la libertad de credo y la economía. Pero más allá de la satisfacción ritualizada expresada por ambos lados, no parece haberse registrado resultados significativos. El encuentro tampoco logró reducir la enorme tensión que caracteriza desde hace tiempo las relaciones entre ambos países."
Ejercicio obligado
Die Presse, de Viena: "Se puede culpar a George W. Bush de muchas cosas, pero no de traicionar sus principios. A diferencia de muchos otros jefes de estado europeos, el presidente estadounidense no evitó mencionar públicamente la falta de libertad que impera en China, en una época en la que la mayor parte de los políticos occidentales viajan por China con el signo del yuan en la mirada. Esta retórica merece respeto. Bush por lo menos señala el carácter represivo de los líderes del partido comunista antes de comenzar las negociaciones. Otros ni siquiera cumplen este mínimo nivel ético.
Aún así, las palabras de Bush le habrán entrado por un oído y salido por el otro a sus anfitriones. China se puede dar el lujo de ignorar las críticas al sistema, pues Occidente ha dejado desde hace tiempo de vincular exigencias políticas a sus negocios comerciales con esta próspera dictadura. Esto resulta lamentable, pero posiblemente también irremediable."