Blair no escarmienta
28 de septiembre de 2003La solidez de las convicciones suele ser una cualidad en los políticos, por lo demás bastante escasa. Pero también puede transformarse fácilmente en obcecación, que es al parecer lo que le está pasando a Tony Blair. Al inicio del congreso anual de su partido laborista, el primer ministro británico no da ni la más mínima señal de estar dispuesto a reconsiderar sus actitudes. Por el contrario. Antes de iniciarse el encuentro, donde con suma probabilidad le lloverán críticas, dejó en claro ante la prensa que no se arrepiente de nada.
Actitud desafiante
¿Obedece esta actitud desafiante a la intención de demostrar que sigue siendo el "hombre fuerte", para amedrentar a sus críticos? ¿O simplemente no ha comprendido que las objeciones a su proceder en la guerra contra Irak no corresponden a una campaña opositora para derribarlo, sino que provienen de sus propios correligionarios? De acuerdo con una encuesta publicada por el periódico Financial Times, el 50% de los británicos son partidarios de que el jefe de gobierno dimita. Más inquietante aún debería resultarle el hecho de que el 40% de los laboristas comparta esa opinión, según otro sondeo dado a conocer por The Observer.
En medio de una crisis de confianza sin precedentes en su exitosa carrera política y con la opinión pública mayoritariamente en contra, Tony Blair tendrá sin duda una semana en extremo difícil. El gobernante lo sabe y quizá por ello haya optado por no retroceder un centímetro. Sólo que los argumentos que esgrime no suenan demasiado convincentes. A pesar de que los presuntos arsenales de destrucción masiva iraquíes siguen sin aparecer por ningún lado, el premier insiste en que el régimen de Saddam Hussein era "una seria amenaza para su región y el resto del mundo".
Una lógica discutible
Asegura que todos sabían que el dictador iraquí se proponía conseguir armas de esa naturaleza. "¿Qué habría ocurrido si no hubiéramos reaccionado a los correspondientes informes de los servicios secretos y luego se hubiera demostrado que nuestras informaciones eran correctas?", pregunta Blair. Siguiendo su lógica, cabría colegir que bastan los datos de los organismos de inteligencia para emprender una guerra, y da igual que hayan sido o no acertados. De todos modos, la sospecha justificaría la intervención militar.
La mayoría de los laboristas no lo ve así. Siempre según el sondeo del Observer, el 60% de los miembros del partido estima, a posteriori, que la guerra contra Irak fue errada. Y esto debería hacerse perceptible en el balneario inglés de Bournemouth, donde el partido debatirá hasta el próximo jueves. Blair, en todo caso, no parece afligido. Lejos de pensar en renunciar, se propone volver a presentar su candidatura para un tercer período de gobierno, en las elecciones que habrán de celebrarse a más tardar a mediados del 2006. Según dijo, "lo peor que podríamos hacer en este momento es rendirnos y eludir las decisiones necesarias".