Alemania: ¿un valle de lágrimas?
23 de diciembre de 2002¡Qué horror! Alemania se está yendo a pique. La situación es inaguantable. El futuro es más incierto que nunca. ¡Atrápenlo! ¡Fue el Gobierno! Después de las elecciones generales del pasado 22 de septiembre Alemania se encuentra sumida en un verdadero mar de gemidos. Y en este mar de lágrimas derramadas navega campante y aguerrida una verdadera flota de gruñones dirigida por la oposición conservadora y liberal (perdedora de las elecciones de marras), ejércitos de asustados cabilderos, economistas y expertos de dudosa afiliación. Ha sido tan fuerte el berreo nacional que ya algunos comienzan a pensar si no sería mejor ayudar a mejorar la situación en cambio de lamentarse.
Es bueno el cilantro, pero no tanto
Empresarios e investigadores sociales, por ejemplo, han lanzado un grito de "Párenla, por favor!" El gerente de Porsche, Wendelin Wiedeking, ha dicho que "Alemania no necesita ni los lloriqueos de ejecutivos fracasados ni los de aventurados ideólogos". Pues lo que hacen es "ramponear la buena imágen de Alemania como buen centro de negocios".
El gerente del consorcio mundial de alquiler de autos Sixt ha entonado también el coro de "contratenores" hastiados de la quejadumbre colectiva confensando que "yo soy crítico del Gobierno de Schröder, pero los lamentos tienen que acabarse algún día". Erich Sixt advierte además que los continuos gemidos pueden terminar por hacer cumplir las mismas calamitosas profesías sobre las que ahora nos persinamos. "Tenemos que pensar positivamente", apela Sixt
El grupo de personas que, por estos días, en Alemania llaman a la razón es, sin embargo, incipiente. Entre ellos un par de ricos. Un grupo de personas adineradas fundó, incluso, la iniciativa "Gente con patrimonio en favor de un impuesto sobre el patrimonio". Estos "ricos ejemplares" amantes del optimismo en las horas de ocio escribieron una carta al canciller Schröder ofreciéndole pagar todos los impuestos que se le ocurran impartir. Un caso nada corriente en Alemania, en donde, con la intención de que inviertan aquí, los grandes capitales gozan de una especie de "benevolencia fiscal".
Lamentarse bloquea la mente... y el bolsillo
"En Alemania, el saturado sistema social alemán invita a lamentarse", asegura el futurólogo Matthias Horx, por que "quien aquí llora por subvenciones, está seguro de que tarde o temprano se las concederán". La predisposición a quejarse por todo bloquea las iniciativas de cambio. Por ello Horx fundó el movimiento "¡Fuera del valle de lágrimas!"
Para el literato Walter Jens, la desolación que se propaga en Alemania no corresponde a la realidad, pues "mientras muchos lanzan gritos de aflicción, están pensando en cuando hacer de nuevo vacaciones en la República Dominicana".
Por su parte, el presidente alemán, Johannes Rau, en su alocución navideña, aseguró que "Alemania no se encuentra al borde del abismo". Rau advirtió además que los cambios necesarios "nos competen y nos dolerán a todos", pero que "Alemania tiene la fortaleza necesaria para resolver los grandes problemas actuales".
José Ospina Valencia